Nivel: Inicial
¿A quién va dirigido?: Adultos
Capacidad: 15 plazas
Disciplinas: Danza del vientre
Requisitos: Clase dirigida a adultos, deben asistir con ropa cómoda que le permita realizar los movimientos con facilidad.
Objetivos: Ejercicios de técnica básica y coreografía
Descripción: Potencia el lado femenino y refuerza la autoestima de quien la practica.
La Danza Oriental
La danza oriental es un arte milenario, uno de los bailes más antiguos que existen actualmente. Posee una dimensión terapéutica y espiritual que se remonta a un pasado muy lejano. Hoy en día, se ha convertido en un sistema efectivo de conciencia corporal que potencia el lado femenino y refuerza la autoestima de quien la practica, ayudando a desbloquear tensiones y emociones.
Hace miles de años, la idea de rezar bailando no resultaba tan extraña.
Puedes elevar una plegaria hacia tu propia feminidad e identificarte con tus arquetipos a través de la danza, sin miedo. Como en los ritos prehistóricos de fertilidad, la danza nos descubre esa parte sagrada de nosotras mismas, en la que conviven el deseo y el afecto, el erotismo y la espiritualidad.
Los movimientos circulares o en espiral pueden renovar tu conexión con la naturaleza. Y situarte en una enorme comunidad de mujeres que bailan y han bailado durante miles de años, por motivos similares a los nuestros, y que encontraron en esta disciplina consuelo y alegría, diversión y trascendencia, ejercicio y oración, juego y oficio.
La danza oriental nos llega como un legado de la evolución de los bailes más antiguos del mundo. Hoy día es uno de los más diversos – detrás del término se encuentran varios estilos, procedentes de diferentes países, que a veces comparten algunos rasgos comunes y que derivan de orígenes tan remotos como exóticos.
Algunos investigadores relacionan la danza oriental con los ritos religiosos prehistóricos, ceremonias para propiciar la fertilidad de los campos y las personas. Aunque hay abundantes estudios acerca de la religión antigua, y nos han quedado testimonios gráficos que nos remiten a la danza, al ser ésta por su propia naturaleza efímera, no sabemos con certeza cómo eran las danzas de la antigüedad, y a lo mejor siempre quedarán incógnitas sin respuesta.
Sin embargo, el nombre Raqs Sharqi (danza oriental), el nombre con el que el idioma árabe elige designar este tipo de danza en cuenta al baile profesional parece indicar que estamos hablando de un arte que nace al Este.
Tal y como la conocemos hoy en día, la danza oriental fusiona muchos elementos de danzas preexistentes Aunque hay varias teorías, no podemos estar seguros del origen del nombre de esta danza.
Como las huellas atestiguan, a lo largo de los siglos, millones de mujeres han bailado con los movimientos naturales de la danza oriental en distintas culturas y países. Es razonable suponer que, entre otros motivos, lo hacían porque las hacía sentirse bien.
En mi opinión, éste es también el principal motivo por el que miles de mujeres buscan aprender y practicar danza oriental hoy en Occidente. Aunque en apariencia resulte tan exótica y alejada de nuestra cultura, ella expresa, como ninguna otra danza, la esencia de ser mujer. Y, antes que pertenecer a un área geográfica o una cultura, es universalmente femenina. Bailarla es conectar con los primordiales arquetipos femeninos.
Cuando nos dejamos llevar por la música, es fácil entrar en un estado de hermandad con el universo y sentir que se trasciende el tiempo y el espacio, como si nuestro cuerpo fuera una extensión de los mismísimos ritmos y melodías. Es, en efecto, una experiencia transformadora, que puede llegar a afectar todos los ámbitos de la vida.
Beneficios:
De ser un ejercicio inmejorable, armoniza el cuerpo y la mente, y en este sentido da lugar a la expresión de las emociones y a la liberación de tensiones, tanto físicas como mentales. ¿Qué resultados podrían tener al largo plazo?
Depende tanto de cada practicante; su objetivo, dedicación, constancia, y enfoque. No obstante, si llevas un mínimo de 3 meses o más practicando danza oriental con constancia, por lo menos de 3-6 horas a la semana, seguramente habrás notado algunos de los siguientes beneficios:
Aporta flexibilidad al cuerpo entero
Potencia el sistema cardiovascular
Incrementa la resistencia corporal
Reduce tensión y bloqueos en los músculos
Estimula el buen funcionamiento de los órganos internos
Desminuye o elimina dolores de la zona lumbar causados por una mala postura
Fortalece la musculatura del suelo pélvico y ajusta la colocación de la pelvis
Contribuye a desarrollar la respiración profunda
Alivia problemas digestivos
Atenúa los dolores de la menstruación
Aumenta el ritmo de regeneración celular
Desbloquea las articulaciones
Mejora la coordinación psicomotora
Refuerza el sistema inmunológico
Eleva la capacidad de percepción del propio cuerpo: ¡Conciencia corporal
Aumento de la concentración
Mayor sensualidad
Más capacidad de sentir las emociones
Espiritualidad y trascendencia
Sentido del ritmo
Visualización y razonamiento espacial
En fin, todo el cuerpo recobra equilibrio y armonía al nivel físico, mental y emocional.
La Danza Oriental
La danza oriental es un arte milenario, uno de los bailes más antiguos que existen actualmente. Posee una dimensión terapéutica y espiritual que se remonta a un pasado muy lejano. Hoy en día, se ha convertido en un sistema efectivo de conciencia corporal que potencia el lado femenino y refuerza la autoestima de quien la practica, ayudando a desbloquear tensiones y emociones.
Hace miles de años, la idea de rezar bailando no resultaba tan extraña.
Puedes elevar una plegaria hacia tu propia feminidad e identificarte con tus arquetipos a través de la danza, sin miedo. Como en los ritos prehistóricos de fertilidad, la danza nos descubre esa parte sagrada de nosotras mismas, en la que conviven el deseo y el afecto, el erotismo y la espiritualidad.
Los movimientos circulares o en espiral pueden renovar tu conexión con la naturaleza. Y situarte en una enorme comunidad de mujeres que bailan y han bailado durante miles de años, por motivos similares a los nuestros, y que encontraron en esta disciplina consuelo y alegría, diversión y trascendencia, ejercicio y oración, juego y oficio.
La danza oriental nos llega como un legado de la evolución de los bailes más antiguos del mundo. Hoy día es uno de los más diversos – detrás del término se encuentran varios estilos, procedentes de diferentes países, que a veces comparten algunos rasgos comunes y que derivan de orígenes tan remotos como exóticos.
Algunos investigadores relacionan la danza oriental con los ritos religiosos prehistóricos, ceremonias para propiciar la fertilidad de los campos y las personas. Aunque hay abundantes estudios acerca de la religión antigua, y nos han quedado testimonios gráficos que nos remiten a la danza, al ser ésta por su propia naturaleza efímera, no sabemos con certeza cómo eran las danzas de la antigüedad, y a lo mejor siempre quedarán incógnitas sin respuesta.
Sin embargo, el nombre Raqs Sharqi (danza oriental), el nombre con el que el idioma árabe elige designar este tipo de danza en cuenta al baile profesional parece indicar que estamos hablando de un arte que nace al Este.
Tal y como la conocemos hoy en día, la danza oriental fusiona muchos elementos de danzas preexistentes Aunque hay varias teorías, no podemos estar seguros del origen del nombre de esta danza.
Como las huellas atestiguan, a lo largo de los siglos, millones de mujeres han bailado con los movimientos naturales de la danza oriental en distintas culturas y países. Es razonable suponer que, entre otros motivos, lo hacían porque las hacía sentirse bien.
En mi opinión, éste es también el principal motivo por el que miles de mujeres buscan aprender y practicar danza oriental hoy en Occidente. Aunque en apariencia resulte tan exótica y alejada de nuestra cultura, ella expresa, como ninguna otra danza, la esencia de ser mujer. Y, antes que pertenecer a un área geográfica o una cultura, es universalmente femenina. Bailarla es conectar con los primordiales arquetipos femeninos.
Cuando nos dejamos llevar por la música, es fácil entrar en un estado de hermandad con el universo y sentir que se trasciende el tiempo y el espacio, como si nuestro cuerpo fuera una extensión de los mismísimos ritmos y melodías. Es, en efecto, una experiencia transformadora, que puede llegar a afectar todos los ámbitos de la vida.
Beneficios:
De ser un ejercicio inmejorable, armoniza el cuerpo y la mente, y en este sentido da lugar a la expresión de las emociones y a la liberación de tensiones, tanto físicas como mentales. ¿Qué resultados podrían tener al largo plazo?
Depende tanto de cada practicante; su objetivo, dedicación, constancia, y enfoque. No obstante, si llevas un mínimo de 3 meses o más practicando danza oriental con constancia, por lo menos de 3-6 horas a la semana, seguramente habrás notado algunos de los siguientes beneficios:
Aporta flexibilidad al cuerpo entero
Potencia el sistema cardiovascular
Incrementa la resistencia corporal
Reduce tensión y bloqueos en los músculos
Estimula el buen funcionamiento de los órganos internos
Desminuye o elimina dolores de la zona lumbar causados por una mala postura
Fortalece la musculatura del suelo pélvico y ajusta la colocación de la pelvis
Contribuye a desarrollar la respiración profunda
Alivia problemas digestivos
Atenúa los dolores de la menstruación
Aumenta el ritmo de regeneración celular
Desbloquea las articulaciones
Mejora la coordinación psicomotora
Refuerza el sistema inmunológico
Eleva la capacidad de percepción del propio cuerpo: ¡Conciencia corporal
Aumento de la concentración
Mayor sensualidad
Más capacidad de sentir las emociones
Espiritualidad y trascendencia
Sentido del ritmo
Visualización y razonamiento espacial
En fin, todo el cuerpo recobra equilibrio y armonía al nivel físico, mental y emocional.